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viernes, 20 de noviembre de 2009

Mallas para la incontinencia urinaria

Mallas para la incontinencia urinaria
Una de cada tres mujeres entre los 35 y los 54 años tiene algún síntoma de incontinencia urinaria de esfuerzo. Se trata de una disfunción mucho más habitual de lo que se cree en las mujeres (aunque también la sufren los hombres), sobre todo a partir de los 35 años y si han tenido algún parto vaginal
Entre el 80% y el 90% de los casos de incontinencia por esfuerzo puede curarse
La incontinencia se produce normalmente porque "los tejidos del suelo pélvico se debilitan y pierden tono, o como consecuencia de desgarros en el parto", explica Lorenzo Balaguero, jefe del servicio de ginecología y obstetricia del hospital Universitario de Bellvitge (Barcelona). Tal es el alcance de esta alteración funcional, que se ha tratado recientemente como tema central del IX Curso Internacional de Cirugía Ginecológica, que ha reunido en el hospital Universitario de Bellvitge a más de 500 ginecólogos de toda España y ha traído ponentes de Francia, Alemania, Suiza, Italia y Panamá.
Los especialistas certificaron la idoneidad de la técnica TVT -de sus siglas en inglés tension-free vaginal tape- o banda vaginal sin tensión. Originaria de Suecia, lleva ya varios años practicándose de manera más o menos generalizada en diferentes hospitales españoles y ha desbancado al que hasta entonces era el procedimiento más utilizado, la técnica de Burch.
Estas bandas o mallas han supuesto una revolución en el tratamiento de la incontinencia urinaria por esfuerzo. Desde su inicio se han ido mejorando. Ahora consisten en una especie de cinta, habitualmente de polipropileno -material muy bien tolerado por el organismo-, que se pone por detrás de la uretra, pero sin tensión, es decir, sus extremos no van sujetos a nada y queda inerte. Además, como es porosa, no se mueve y acaba integrándose en el organismo hasta hacerse indistinguible. De este modo, "aunque la musculatura del suelo de la pelvis se relaje porque pierde tono, los órganos se mantienen en su posición, la vejiga no cae y la banda le sirve de apoyo para evitar que se escape la orina. Esto sucede habitualmente en situaciones cotidianas de esfuerzo o presión abdominal, como coger peso, reír, toser, etcétera, cuando la vejiga está llena".
Las ventajas de estas mallas son que requieren una intervención mínimamente invasiva porque se colocan por vía percutánea -justo por debajo de la piel-, mediante una sencilla operación que no suele durar más de 25 minutos. Para su colocación, se realiza una pequeña incisión entre los orificios de la uretra y de la vagina, que es por donde se introduce la malla, y otra en la parte superior e interna de cada muslo, para fijarla. Suele utilizarse anestesia epidural y las pacientes se recuperan mejor, antes y en casa. Además, desde el mismo momento en que se coloca cesa la incontinencia, aunque durante un mes aproximadamente hay que evitar grandes esfuerzos. Es el tiempo que los tejidos tardan en consolidarse.
La técnica presenta algunos inconvenientes, aunque poco frecuentes: por ejemplo, que el organismo rechace la malla, algo poco probable, o que se perfore la uretra durante la colocación.
La incontinencia urinaria representa un grave problema para quienes la sufren. Se avergüenzan e intentan ocultarla, y, en consecuencia, les marca y limita su vida diaria: reducen sus salidas y visten con colores oscuros para que se noten menos las machas de orina si se produce la pérdida. La falta de información hace que muchas afectadas lleven en secreto su dolencia, cuando existe soluciones relativamente sencillas.
Los resultados de una encuesta mundial de la Sociedad Internacional de Incontinencia realizada en 2003 indican que el 37% de las mujeres entre 35 y 54 años tienen síntomas de incontinencia urinaria de esfuerzo y el 18% de entre 18 y 44 años han padecido algún síntoma de esta disfunción antes de los 29 años. Además, se calcula que sólo alrededor del 10% de las personas que la padecen consultan a su médico y eso que se puede solucionar en entre el 80% y el 90% de los casos.
Antes de recurrir a las mallas, los especialistas recomiendan normalmente una serie de ejercicios de rehabilitación destinados a reforzar la musculatura del suelo pélvico, que en muchos casos ofrecen resultados positivos.


cistocele
El cistocele es un problema típicamente femenino que se produce cuando la pared que existe entre la vejiga y la vagina se debilita tanto que permite que la vejiga asome por la vagina. Esta condición puede producir molestias y dificultad para vaciar la vejiga.
En muchas mujeres, una vejiga caída produce cambios en la uretra (tubo que comunica la vejiga con el exterior) por lo que la mujer puede presentar dos tipos de problemas. Por un lado escape de orina al realizar esfuerzos (tareas pesadas, tos, estornudo, risa) y por otro vaciado incompleto de la vejiga con lo que queda orina retenida que puede producir infección de orina.
El cistocele es leve (grado I) si la vejiga asoma poco en la vagina, Si la vejiga llega hasta la abertura de la vagina se considera como moderado (grado II) y si la vejiga asoma al exterior se considera severo (grado III).
El cistocele se puede producir por el estiramiento excesivo de los músculos durante el parto, por la realización de esfuerzos intensos durante toda la vida o por la realización de esfuerzo para evacuar el intestino (estreñimiento crónico). La hormona femenina (estrógeno) ayuda a mantener fuertes los músculos de alrededor de la vagina. Cuando la mujer llega a la menopausia, el organismo deja de producir estrógeno por lo que los músculos de debilitan.
Con un examen físico el urólogo puede diagnosticar el cistocele y el grado de importancia del mismo. Para comprobar si queda orina retenida en la vejiga puede ser necesaria la realización de unas radiografías después de inyectar un líquido de contraste en la vejiga a través de una pequeña sonda (cistografía retrógrada).
El tratamiento puede ser conservador (no hacer nada) en los casos de cistocele leve (grado I) o quirúrgico en los casos de cistocele mas severo (grado II y grado III). Si el cistocele no provoca molestias se puede recomendar solamente evitar la realización de esfuerzos o la colocación de un pesario (dispositivo que impide la salida de la vejiga). Existen pesarios de varias formas y tamaños con la finalidad de elegir el que sea mas confortable para la paciente. En las mujeres que han llegado a la menopausia se puede recomendar la utilización de estrógenos para ayudar a mantener la fuerza de los músculos de alrededor de la vagina. La paciente debería ser informada sobre las ventajas y los posibles riesgos de tomar estrógenos.
¿Qué es el cistoceles
El cistocele es un trastorno parecido a la hernia, que afecta a las mujeres cuando la pared entre la vejiga y la vagina se debilita, ocasionando que la vejiga caiga o baje por la vagina.
¿Cuáles son los resultados del cistocele?
Además de las molestias, el resultado de una vejiga caída puede causar dos clases de problemas:
• Escape de orina.
• Vaciado incompleto de la vejiga.
La vejiga caída extiende el orificio hasta la uretra y la orina puede salir cuando la mujer hace cualquier cosa que cause presión en la vejiga, por ejemplo cuando tose.
¿Cuáles son los grados de cistoceles?
Grado 1 Leve - la vejiga únicamente baja un poco por la vagina.
Grado 2 Más severo - la vejiga se hunde en la vagina lo suficiente para alcanzar el orificio de la vagina.
Grado 3 Más avanzado - la vejiga sobresale por el orificio de la vagina.
¿Qué causa el cistocele?
Un cistocele puede ser el resultado de lo siguiente:
• Levantar mucho peso.
• Distensión de los músculos debido a esfuerzos durante el parto.
• Distensión repetida debido a esfuerzos durante las deposiciones intestinales.
• Músculos debilitados alrededor de la vagina por falta de estrógeno después de la menopausia.
¿Cómo se diagnostica el cistocele?
Además del examen físico y la historia médica completa (la cual puede revelar la parte caída de la vejiga a través de la vagina), los procedimientos para diagnosticar el cistocele pueden incluir un cistouretrograma (llamado también cistograma de evacuación). Este procedimiento consiste en la toma de rayos X de la vejiga durante la micción y con la vejiga y la uretra llenas de un medio de contraste para determinar la forma de la vejiga y cualquier obstrucción.
Otros exámenes y procedimientos pueden ser necesarios para determinar si hay algún problema en las otras áreas del sistema urinario.
Tratamiento del cistocele:
El tratamiento específico del cistocele será determinado por su médico basándose en lo siguiente:
• Su edad, su estado general de salud y su historia médica.
• Qué tan avanzada está la enfermedad.
• Su tolerancia a determinados medicamentos, procedimientos o terapias.
• Sus expectativas para la trayectoria de la enfermedad.
• Su opinión o preferencia.
El tratamiento puede incluir:
• Modificación de la actividad (por ejemplo, no levantar objetos pesados o hacer esfuerzos que podrían empeorar el cistocele).
• Pesario - dispositivo colocado en la vagina para mantener la vejiga en su lugar.
• Cirugía (para volver a colocar la vejiga en una posición más normal).
• Terapia de reemplazo con estrógenos (puede ayudar a fortalecer los músculos alrededor de la vagina y de la vejiga).

Si la terapia de reemplazo hormonal es una opción posible, no se debe tomar la decisión de iniciar este tratamiento sin antes haber realizado junto al médico una evaluación de la relación riesgo-beneficio en función de los antecedentes médicos particulares.

1 comentario:

Cecilia dijo...

Hay un sitio web que convoca a un concurso de relatos cortos con 2000 euros de premio sobre las "mujeres sin reglas".
Las bases están en http://www.mujeresinreglas.com
saludos!!